Deshonor



No lo hizo sólo por la miríada de oprobios que le perseguían: infame, mendaz y timbalero. Tampoco lo hizo por apartar de su senda las habladurías que retozaban en los mentideros. Cuando entró en la cantina, iracundo y puñalero, sabía que nada bueno podía acontecer: a cada paso que daba se hallaba uno más cerca del cadalso. Vindicar sus razones, aunque fuera de un modo raudo y somero, no conseguiría que las inmarcesibles lenguas esponjadas de alcohol hibernaran en sus cuevas. Había afilado su persona, para segar el aire, para vengar su denostada figura; sólo su navaja espejada podía seguir manchada de deshonor.

Feliz martes pasado por agua. Yo voy a salir a la calle a ver si mojándome crezco.

Comentarios

  1. Soledad...precioso ¿Tienes algun libro? deberias recopilarlos

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  2. Muchas gracias, Quedamos en el blog. De momento he tenido la suerte de ser incluida en algunas publicaciones de concursos con algún relato ganador o finalista, pero publicar es muy caro y el mundo editorial muy difícil, como muchas otras cosas, supongo. Así que de momento: trabajo duro escribiendo y con muchas ganas e ilusión. :)

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  3. Pues no abandones nunca porque tienes un talento increíble y espero que algún día tengas suerte y puedas publicar.
    Un besito grande

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